sábado, 10 de septiembre de 2011

¿A qué nos referimos con destrucción?


Una aproximación al tema central del curso:

Si la humanidad ha estado inevitablemente ligada a la destrucción y a la violencia, en la época contemporánea, y producto del imparable desarrollo tecnológico, este potencial destructivo se ha acrecentado de forma exponencial: las dos guerras mundiales, el miedo nuclear, la insostenibilidad del consumo de recursos, el cambio climático o la continua amenaza terrorista son prueba de este hecho.
El arte, como producto del ambiente en el que se desenvuelve, ha dado entrada así desde principios del siglo XX a la utilización de la destrucción y la violencia como herramientas de producción. El proceso creativo se ha visto de esta manera alimentado por el accidente, el error, el caos y el azar como medios con los que hacer frente a los antiguos ideales clásicos de orden y armonía. 
Como consecuencia de este complejo contexto los creadores se han subido a un carro sin posibilidad de freno: desde la glorificación de la violencia realizada por los futuristas hasta el horror del Guernica; de la petición expresa de la demolición de los museos de Henry Flint a la automutilación de Gina Pane; de las máquinas autodestructivas de Tinguely a los pianos modificados de Fluxus; de la radicalidad del accionismo vienés a los shooting paintings de Niki de Saint Phalle; de la violencia punk a las inverosímiles formas del deconstructivismo arquitectónico; de la irrupción de lo abyecto en las fotografías de David Nebreda al uso explícito de la basura de Gustav Metzger; la creación, entendida de forma amplia, ha ido rompiendo sus propios límites, códigos y tabúes, ha derribado estructuras (físicas y mentales) para expandirse, eligiendo un camino que, en algunos casos, se dirige peligrosamente a la autodestrucción.

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